Me tenso al principio, insegura de mi misma, así que cuando él
se aparta, estoy segura de que hice algo equivocado, o malo. Sin embargo, él
toma mi rostro entre sus manos, sus fuertes dedos contra mi piel, y me besa
otra vez, firme esta vez, más seguro. Envuelvo un brazo alrededor de él,
deslizando mi mano hacia arriba de su cuello y dentro se su cabello corto.
Por un par de minutos nos besamos, en las profundidades del
abismo, con el rugido del agua alrededor de nosotros. Y cuando nos separamos,
tomados de la mano, me doy cuenta de que si ambos hubiéramos elegido diferente,
podríamos haber terminado haciendo lo mismo, en un lugar seguro, con ropa gris
en lugar de negra.”
Después de la trilogía Divergente, el número Cuatro jamás ha
vuelto a ser el mismo. JAMÁS. Porque ahora se a convertido misteriosamente en mi número preferido.